Es curioso cómo a veces intercambiamos algo de mucho valor por otra cosa inferior.
La isla donde vivo, que compartimos con Haití, fue sacudida ayer por un fuerte terremoto como ya todo el mundo sabe, pues ha sido tal el impacto que la prensa mundial le ha dado enfoque total a esta situación.
Gracias a Dios, en nuestro lado de la isla, en República Dominicana, no ocurrió absolutamente nada comparado con nuestros vecinos haitianos que están viviendo una verdadera pesadilla despiertos.
En medio del caos, las noticias, las llamadas y los avisos, me detuve un momento y pensé que al final de todo, de tanto trabajo, de tantos anhelos, de tantos problemas, de tantos placeres, de tantas risas, de tantas lágrimas, de tantos triunfos y tantos desaciertos, cuando llegan momentos cruciales como pudo haber sido el de ayer para nosotros, y como lo fue para nuestros hermanos haitianos, sale a relucir en todo su esplendor lo que de verdad importa al final de todo:
Tu familia.
Abrázalos hoy, ahora mismo. No esperes un terremoto, tsunami, asteroide, volcán o lo que sea. Al final de todo, es lo único que importa, no lo dejes para el último momento porque no sabes si lo tendrás.
Ayer cientos de miles no lo tuvieron, tú si lo tienes hoy.
Bendiciones,
John Dani
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